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viernes, 22 de junio de 2012

INTRODUCCIÓN. NUESTRA ATALAYA Y LA ADAPTABILIDAD.


Hoy traemos a nuestra cabecera otra foto de este nuestro nuevo lugar, en tierras lusas sureñas que miran directamente al Atlántico. Ya estamos instalados en nuestra atalaya y en disposición de continuar el vano intento de comprender este mundo con el único poder en el que creemos, el de la razón.


Hay personas que en el aspecto laboral consiguen hacer en esta vida lo que desean, otras a las que las circunstancias le prefijan una senda, y otras que, por distintas razones, están donde la vida las ha dejado caer muy a su pesar. En una ocasión un conocido que pertenecía a este último grupo, al que también hemos pertenecido nosotros durante tanto tiempo, manifestó abiertamente que jamás trabajaría en una oficina rodeado de papeles, siempre entre las mismas cuatro paredes y las mismas personas, con el mismo horario día tras día, que esa sería su muerte. Pues la vida le dejó caer precisamente en ese lugar tan “horrible” y no le quedó más remedio que aceptarlo. Y es que lo que nos parece inaceptable en unas circunstancias lo es en otras. Nunca se puede decir de esta agua no beberé, por ajeno, extraño o repugnante que nos parezca lo que rechazamos.
Cuando no queda más remedio acabamos adaptándonos a todo. Esa es una de las características más significativas del reino animal al que pertenecemos, la adaptabilidad como forma de superar las dificultades que impone el entorno. Creemos que hay situaciones que no podremos aguantar, pero lo hacemos, porque una cosa es imaginar lo que no queremos y rechazarlo y otra vivir una circunstancia real que no podemos evitar, lo que nos lleva a su aceptación como forma de superarla. Así funcionamos, negando la perspectiva futura no deseada y aceptándola cuando se vuelve presente ineludible. Así es nuestra naturaleza racional, moviéndose entre el extremo del deseo y el extremo de la realidad, conscientes de ello paro incapaces de evitarlo. Pero es que si fuera de otra forma no seríamos quienes somos.

Cástor y Pólux.

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