Hoy quiero mandarle un abrazo, un beso y todo mi ánimo a una persona que sabrá quien es mientras lee esto.
Es una buena amiga, siempre dispuesta a echarme una mano cuando me ha hecho falta. No es otro mi deseo que, recíprocamente, hacer lo que pueda por ella.
Quiero decirle, ahora que lo necesita, que puede contar conmigo, que nada puede satisfacerme más que ayudarle. Que no desfallezca y no se sienta sola. Pero sobre todo que cuando se nuble su frente, esté donde esté, cerca o lejos, coja el teléfono y me llame. ¿Para qué si no están los amigos de verdad?
Por Pólux.
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