La última forma de conocimiento a la que nos vamos a referir esta semana es al conocimiento filosófico en general y la religión en particular.
La filosofía parte de la razón pura, por decirlo en términos kantianos. Es una especie de lógica no matemática que en última instancia acaba en tautologías y silogismos encerrados en sí mismos. Su utilidad es la de darnos argumentos a favor para lo que ya creemos y en contra para lo que no creemos. Es un saber aislado, sólo conectado con la realidad a través de la experiencia, base necesaria para sustentar algunos argumentos sin contradecirla, pero no da un conocimiento experimental como el método científico, tan sólo racional. La filosofía sustenta la base de la ideas que, por otra parte, tanto defendemos en Obtentalia, y que también tanto ha aportado al conocimiento abstracto. Sirve más para sacar conclusiones a partir de fundamentos que para obtener conocimientos nuevos.
Entendemos la religión como caso particular de la filosofía, como el caso en el que los razonamientos parten de la idea particular de un Dios creador y sustentador de todo, distinto de la naturaleza en sí misma o de las fuerzas que operan en ésta.
La filosofía parte de la razón pura, por decirlo en términos kantianos. Es una especie de lógica no matemática que en última instancia acaba en tautologías y silogismos encerrados en sí mismos. Su utilidad es la de darnos argumentos a favor para lo que ya creemos y en contra para lo que no creemos. Es un saber aislado, sólo conectado con la realidad a través de la experiencia, base necesaria para sustentar algunos argumentos sin contradecirla, pero no da un conocimiento experimental como el método científico, tan sólo racional. La filosofía sustenta la base de la ideas que, por otra parte, tanto defendemos en Obtentalia, y que también tanto ha aportado al conocimiento abstracto. Sirve más para sacar conclusiones a partir de fundamentos que para obtener conocimientos nuevos.
Entendemos la religión como caso particular de la filosofía, como el caso en el que los razonamientos parten de la idea particular de un Dios creador y sustentador de todo, distinto de la naturaleza en sí misma o de las fuerzas que operan en ésta.
Quien cree en una divinidad, llamémosle genéricamente Dios, dice tener una visión del mundo distinta, una visión que le hace entender el mundo, o al menos darle un sentido claro.
¿Pero qué tipo de conocimiento es ese que sólo se muestra si crees, si tienes fe? La fe es un acto de voluntad. Y la voluntad es causa de muchas cosas, pero no de conocimiento. Creemos lo que queremos creer, así como no creemos lo que no queremos creer.
Pero la fe no es sólo un acto de voluntad, es un don divino que no todos poseemos. Pero no sigamos por aquí o llegaremos a otro lado.
El religioso se trataría de un conocimiento revelado a quien esté dispuesto a aceptar unas premisas muy especiales, por tanto su validez no es universal, salvo para quienes las aceptan y aducen su universalidad, pero eso es algo no contrastado científicamente, y aquí es donde entran en contradicción el método científico y la religión. El método científico sí pretende, y lo es hasta donde puede ser falsada una ley, ser universal, y la religión no tiene más método y artificio que la fe, por tanto para defender su universalidad tiene que contradecir la de la ciencia allá donde entren en conflicto.
El método científico no afirma ni niega nada de la religión, tan sólo no tiene cabida en su método, mientras que la religión busca su hueco allá donde la ciencia no llega.
La ciencia tiene una explicación parcial del mundo, pues está en desarrollo y continuo descubrimiento. La religión pretende ser una explicación integral y total del mundo, pero requiere la voluntad de admitir premisas sólo avaladas por la fe.
Por Cástor y Pólux.
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