La felicidad y el pensamiento son incompatibles. No se puede ser feliz siendo consciente de la limitaciones y dificultades de serlo. Pensarlo hace patente su no consecución. Y no podemos vivir sin pensar. Estamos condenados a no ser felices al igual que estamos condenados a pensar.
Habríamos, en todo caso, de definir previamente los términos felicidad y consciencia. a pesar de lo cual el sentimiento de felicidad o consciencia siempre tendrán una componente subjetiva tan fuerte que dificulta, y hasta imposibilita diría yo, poder comprender el sentimiento de los demás que subyace en esos términos.
No sólo es difícil sentir felicidad, sino comprender lo que por felicidad entienden los demás.
Por Pólux.
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