Otro amanecer impresionante en la atalaya. El constante fragor del mar, el cielo límpido mostrando una miríada de estrellas de distintos brillos y colores, y la constelación de Orión, baja ya hacia el este, domina impresionante el cielo. Una multitud de sensaciones, emociones y sentimientos inunda mi mente, incapaz de controlarlos, que parece encontrar una especial comunión con todas esas sensaciones que le estimulan.
¿Cómo interpretar todo ello?, ¿desde un punto de vista evolutivo, psicológico, genético...? El hombre es uno, y la interpretación debe ser integral, por lo que todos los aspectos serán parte de la interpretación. Pero esa comunión con lo natural pone de manifiesto la gran distancia que hemos recorrido para apartarnos de eso natural. Esa tendencia es más el agrado ante un recuerdo de nuestro origen que un deseo propiamente dicho de ser como éramos en origen.
La ciencia alcanza a explicar al hombre hasta dónde es capaz de penetrar en su mente. Pero esta mañana aquí estaba yo, solo, con mi mente fluyendo entre los sentidos, ávida de sensaciones, y sin más respuesta que la de siempre: "no sé, depende".
El cielo va clareando, ahora le toca a los pájaros, luego al aroma de la plantas, ¿y a mí?, ¿cuando me tocará a mí?
Por Pólux.
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