La libertad (en sentido amplio), nuestra libertad, la que declara y defiende nuestra sociedad, es un regalo muy preciado, tal vez el mayor de todos. Quien no ha conocido otra cosa no suele valorarlo en toda su extensión, pero la ejerce y la disfruta, que es lo importante.
Pero como todo, las leyes, el sistema capitalista y nuestro propios prejuicios a la hora de juzgar a los demás, menoscaba el ejercicio de esa libertad. Si no estás dentro del sistema laboral, muchas cosas dejan de estar al alcance y la libertad para elegirlas se desvanece. El bienestar ayuda al ejercicio de la libertad. Cualquier pérdida de bienestar, en el sentido que sea, implica una falta de libertad (la propia enfermedad es un ejemplo de ello).
La crisis que aún sufrimos, a pesar de los vaticinios del gobierno, han contraído las posibilidades de muchos, y con ello su propia libertad.
¡Qué extraña paciencia la de este pueblo ahogado! ¿Hay suficientes ayudas sociales, suficiente economía sumergida o suficientes personas haciéndose cargo de familiares que no pueden hacer frente a la crisis, como para sostener el sistema? Algo, sin duda, lo sostiene. Y me da miedo no saber exactamente qué es, porque en el fondo es la libertad la que está en juego.
Por Pólux.
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