La política de pactos es otro acto político más donde se muestra de forma clara y evidente que el verdadero motor de los partidos políticos es su propio interés. Y cuando hablo de partidos políticos lo hago en sentido muy amplio, incluyendo, aunque a ellos no les guste, a agrupaciones, plataformas, asociaciones y demás formas en que puedan agruparse con fines políticos las personas.
Los partidos minoritarios, al menos algunos de ellos, pretenden anteponer sus tesis, decirle a los demás cómo han de actuar y en qué han de cambiar, pero por mucho que sus votos sean necesarios para que otros gobiernen, no deben olvidar que son minoritarios, que sus ideas no son las que ha votado mayoritariamente el pueblo, y que por tanto imponerse es tergiversar la voluntad popular. Vemos, pues, que le mueve su interés particular.
Y cada partida mayoritario busca los pactos y alianzas que le sean necesarios y suficientes para gobernar frente al otro partidos mayoritario. La gran mayoría del pueblo ha votado a dos partidos, y éstos son incapaces de llegar a un acuerdo de gobierno, el gobierno de la mayoría del pueblo. Ya sé que ese pacto suena a utopía, pero no necesariamente debe ser así. No sería la primera vez que pactos así se llevan a cabo. Pero no sé porqué volvemos a las dos Españas irreconciliables una y otra vez.
No debemos olvidar que los políticos y sus partidos son el reflejo del pueblo. Así que alguna reflexión personal deberemos hacer cada uno de nosotros acerca de tanta intolerancia, la que resulta de la dos Españas y del interés partidista como único motor de la vida política que permite extraños pactos de gobierno e invalida otros que deberían ser posibles.
Por Pólux.
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