Hoy he tenido una revelación. Lo que se me ha revelado no ha sido una idea nueva en sí, sino la certeza intuitiva de esa idea.
Todo, absolutamente todo, deriva de la percepción de nuestra mente. Los problemas, sus soluciones, las paradojas, la supuesta estructura del mundo, del universo, la realidad misma, son construcciones mentales encaminadas a nuestro mejor desenvolvimiento en la el mundo, de cuya realidad no sabemos más que la imagen que nuestra mente nos muestra. Ni siquiera sé qué es eso que llamamos realidad, más que lo que mi mente se empeña en decirme que es.
Este relativismo extremo no es nuevo. Ya he dicho que lo que se me ha revelado no ha sido un idea nueva, pero ahora tengo sobre ella una certeza que no tenía antes. Esa certeza no lo es en sentido estricto, pues en nada seguro se basa, más que en mi intuición subjetiva. Pero eso soy yo, intuición subjetiva cuyo único valor es esa propia intuición de la que nada puedo asegurar, pero que es la base de todo lo que creo pues es lo único que tengo. Por ser lo único lo es todo, y por serlo todo es mi única certeza.
Una revelación que hunde aún más el relativismo en mi interior. Pero es sólo una revelación, la creencia ya la tenía.
Por Pólux.
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