Hay impulsos irrefrenables, mucho más fuertes que la voluntad. Hay quien duda de ello explicando que siempre puede aprenderse a ejercitar la voluntad con más intensidad, hasta convertirla en la mayor fuerza consciente que usar a nuestro favor, hasta el punto de poder controlar cualquier impulso, por irrefrenable que parezca.
Creo que eso es, como mínimo, discutible. El impulso, en el sentido al que me refiero a él, es un deseo irracional que induce a hacer algo de forma súbita. Es algo incontenible por lo de irracional y súbito que tiene, y por eso no creo que la voluntad pueda refrenarlo así como así, con el sólo ejercicio de la consciencia. Si el impulso no es especialmente fuerte es posible que lo controlemos con nuestra fuerza de voluntad, pero si es impulso es intenso y fuerte la voluntad tiene poco que hacer.
Siempre existirán casos extremos que confirmen una u otra posición, pero en la medianía de lo común, la voluntad tiene su terreno y el impulso irrefrenable el suyo propio.
Por Pólux.
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