Para muchas personas la enfermedad es un verdadero drama. Me refiero a quien convierte cualquier síntoma en una situación extrema que hay que evitar a toda costa.
Hay afecciones y enfermedades graves que hacen temer por nuestra integridad y hasta por nuestra vida. Frente a esas situaciones debemos tener la actitud más realista posible para tomar las mejores decisiones y poder afrontar lo más enteramente posible la situación.
Pero quien vive como un drama la enfermedad no hace falta que sufra nada tan grave. Un bultito de grasa, una fisura en un hueso, la tensión un poco alta, una molestia en el pecho, algo de cansancio, una dolor en una rodilla..., cualquier cosa produce una tensión y una ansiedad desconcertantes. Se trata en el fondo de un miedo a perder la situación de normalidad, y más radicalmetne, de un miedo a la muerte, que es el final que planea sobre cualquier situación de enfermedad grave.
Sin duda hay una exageración y una falta de realismo total a la hora de afrontar la enfermedad, que se vive como algo radical. La realidad no suele ser tan dramática y prácticamente todos los casos citados acaban en nada, remiten solos o lo hacen tras un pequeño tratamiento, y sólo un ínfima parte puede ser algo más grave. Una posibilidad tan ínfima no requiere una respuesta exagerada. También existe una posibilidad ínfima de morir súbitamente, o de ser atropellados, o de sufrir un caída mortal en una escalera, o simplemente por el hecho de estar vivos, y no por ello tenemos un temor desmesurado a montar en coche o a salir a la calle.
¡Qué difícil suele ser vivir con normalidad!
Por Pólux.
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