Nuestra foto de cabecera de hoy es ..., mejor no decirlo, no lo creeríais. Sólo se ha modificado el color, pero no las formas originales.
De todas formas, lo que sea no es lo importante. Lo que importa es lo que pueda simbolizar o las sensaciones que pueda provocar. Pura subjetividad, pero ahí precisamente está la gracia.
Discutía afablemente el otro día con una nueva conocida sobre la fe, la religión y Dios. Sé que es un tema "trillado", pero me gusta tocarlo con personas que no conozco, pues me gustaría encontrar un punto de vista "nuevo" o al menos original. La conversación fue interesante, pero mi conclusión fue la de siempre: creer o no creer es una cuestión de voluntad. Ella veía a Dios en todas partes, yo en ninguna.
En mis muchas conversaciones sobre el tema creo advertir cierta seguridad injustificada en mis interlocutores (no en todos), pues su firme creencia en Dios les hace estar seguros de mi error al no creer. Puedo comprender que hay quien no dude de sus convicciones, pero no comparto esa seguridad, pues yo siempre he dudado, y nadie puede asegurarme, sino es con el corazón o la razón, la existencia de Dios. Porque los hechos nada demuestran más que lo que cada uno queremos ver.
Incluso me argumentaron que tras la casualidad estaba Dios. Una muestra de que su voluntad de creer es igual o más fuerte que la mía de no creer. Casualidad es también que te toque la lotería, y poca intervención divina veo en ello.
¡Qué fácil es creer y dejarse llevar!, a pesar de todas las obligaciones que la religión o Dios imponen. Claro que a esto me argumentan "¡Qué fácil es vivir sin Dios, sin reglas, y haciendo lo que a uno le da la gana!". Pero esa es una simplificación que roza la falacia, porque nadie vive sin reglas y haciendo lo que le da la gana.
Buen día y hasta mañana domingo.
Por Pólux.
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