
La verdad de lo material se parece a lo objetivo, pero la verdad ideal es totalmente relativa. Incluso diría que la verdad de lo material, en cuanto la interiorizamos a través de la mente para comprenderla, es igualmente relativa y subjetiva.
Nada de malo veo en el relativismo, incluso en el más extremo que niegue el conocimiento directo, pues en nada contradice a la verdad, tan sólo postula la imposibilidad de conocerla. El problema radica en nuestra necesidad psicológica (generalmente adquirida culturalmente) de conocer la verdad. Es como empeñarnos en que nuestro cuerpo atraviese un muro como si fuera de aire.

Cada uno explica el mundo como cree o sabe, o peor, como le han enseñado. Parece que no nos interesa poner las cosas en duda, no vaya a invadirnos y empecemos a dudar de lo evidente, o de lo que hemos aprendido a creer. ¿Acaso creemos que somos libres de pensar como lo hacemos? ¡Cómo nos engañamos para creer que somos libres! Es un espejismo que creemos real. Así nos va...
Por Pólux.
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