Cada vez me creo menos de lo que me cuentan los demás. Todo el mundo es un estupendo amante, se ducha todos los días, compra lo mismo que yo pero más barato, siempre ha ido de viaje más lejos que yo, es el mejor de su trabajo, paga menos que nadie por su contrato de teléfono, etc. hasta el infinito.
Luego descubres que el que se duchaba todos los días huele a sudor, que al estupendo amante le ha dejado su mujer, que en su trabajo le consideran tan inútil como cualquier otro y paga por su teléfono más que yo, sólo que repite como un papagayo la engañosa oferta que le vendió la publicidad...
De palabra todos somos unos "echaos palante", somos capaces de cualquier cosa, y como no hay que hacer nada, sólo hablar, resulta fácil hacerse el interesante. Pero si nos tenemos que hacer el interesante es porque ni nosotros mismos creemos que lo seamos.
Tu amigo te cuenta cómo son las cosas y cómo hay que afrontarlas, pero luego él se cae de culo y es incapaz de levantarse. En el fondo gente así te hace sentir mejor, porque descubres que no eres tan inútil como creías, es sólo que a los demás les gusta hacértelo creer, pues les molesta o se sienten celosos de que tú puedas ser en algo mejor que ellos. No entienden la vida, todos somos mejores y peores que los demás en algo.
Hay mucho "fantasma" por ahí. Y si alguien habla y habla sin parar andad con cuidado, pues seguramente hablar será lo mejor que sabrá hacer.
Por Pólux.
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