Hoy es 28 de febrero, día de Andalucía y fiesta en esa Comunidad Autónoma, lugar de nacimiento de muchos de nosotros.
Fotografía de Adonis. |
Parece un tópico aquello de que Andalucía es tierra de mezcla de culturas y pueblos, pero no lo es. Entre las señas de identidad de Andalucía está la falta de una idea común, enraizada en el sentir más popular, de identidad propia y diferenciada. Ello es consecuencia de esa mezcla, que nos ha hecho un pueblo abierto y que a la vez ha impedido que sentimientos nacionalistas arraiguen con fuerza.
Hace ya muchos años, mucho antes de las actuales polémicas políticas de los dirigentes catalanes con el idioma y la independencia, o al menos con la reivindicación de lo que entienden que le es propio, fuimos por motivos de trabajo por primera vez a Barcelona. Impresiona ver por primera vez una gran ciudad como Barcelona, tan inmensa y cosmopolita, pero lo que verdaderamente nos impresionó fue un sentimiento totalmente desconocido para nosotros que se respiraba en el ambiente, que formaba parte de la idiosincrasia de ese pueblo. No sabemos explicarlo mejor, pero allí se respiraba un espíritu de pertenencia a aquél lugar, de identidad propia, que jamás sentimos en Andalucía.
Aquél primer choque cultural nos hizo comprender mejor nuestra situación e identidad como pueblo. No se trata de que a nosotros nos falte algo que otros tienen, no, se trata de que nuestra seña de identidad es otra, el resultado de la evolución histórica, es decir, el mismo proceso que llevó a su propia seña de identidad al pueblo catalán.
La evolución histórica es un proceso natural, es simplemente la definición de que un pueblo es la consecuencia de todo aquello que le ha sucedido, sea bueno, malo, impuesto o no impuesto.
No hay pueblos mejores y peores, sólo hay pueblos distintos, tal como somos nosotros individualmente. Parece que ese es uno de esos principios básicos de la vida, tan básico que a veces hay que recordarlo para que no se olvide. ¿Y cómo se pueden olvidar cosas tan básicas? Porque se dan por hecho, tanto que dejan de pensarse y acaban por olvidarse.
Gracias por vuestra visita y hasta mañana. Aquí estaremos un día más si podemos tomar el tren que, hasta ahora, ha pasado todos los días de nuestra vida por la puerta. Aunque no podemos saber si al día siguiente, tal como lo ha hecho durante tantos años, volverá a pasar. Cada día es una lotería, una novedad, un regalo. Por eso es sólo nuestro deseo de estar aquí mañana lo que podemos mostrar, sólo eso. Veremos si puede ser.
Por Cástor y Pólux.
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