El mar agitado anoche amanecía hoy tranquilo. Las olas acarician tranquilamente la arena desierta. Todo parece tan real..., y es que lo veo y lo vivo, pero también tan ausente cuando no es pensado u observado. Pero esa ausencia lo es tan sólo del pensamiento, no está en las cosas, está en nosotros.
El sol comienza a iluminar con tonos rojizos la arena de la playa, bajo el acantilado terroso y erosionado. Las primeras gaviotas sobrevuelan el borde del acantilado buscando las primeras corrientes de aire. La naturaleza se levanta temprano, y me levanta a mí también.
La atalaya apenas destaca a lo lejos y pasa inadvertida. Su modesta estructura se convierte en una virtud. Mirador excepcional del cielo, de la tierra, y del carácter humano.
Buscando, siempre buscando.
Por Pólux.
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