Desorden afectivo. Pareciera que se habla de una enfermedad o de una alteración. Pero no creo que sea ni una cosa ni la otra, ni siquiera, si me apuran, un desorden. Yo lo llamaría más bien limitación afectiva. Y me explico.
Al hablar de desorden entendemos que hay un orden, una normalidad. Y llamaríamos desorden a todo lo que estuviera fuera de esa normalidad. Pero en cuestiones humanas y afectivas, ¿qué es la normalidad?, ¿acaso una vida afectiva equilibrada?, y ¿qué es equilibrada?
La vida es una carrera de obstáculos. Ir superándolos nos hace crecer, pero a cada cual se le presentan sus propios obstáculos y los supera según sus propios recursos (capacidades, carácter, etc.). Ello hace que lo normal sea que se nos presenten conflictos en la superación de los obstáculos y que, por tanto, una vida equilibrada sea la utopía de normalidad.
Como cada cual vive la afectividad como puede o sabe, marcada siempre por los sucesos conflictivos que hemos de ir superando, resulta imposible saber qué es la normalidad afectiva, por lo tanto también es difícil saber cuál es el desorden respecto de esa normalidad. Por eso prefiero hablar de limitaciones afectivas, pues se refiere con más fidelidad a que el progreso afectivo está sujeto y limitado por nuestra propia experiencia.
Evidentemente en los casos extremos es fácil distinguir lo "normal" de lo patológico, pero fuera de esos extremos no.
Prefiero, pues, referirme a nuestras limitaciones afectivas, las que todos tenemos, antes que a nuestro desorden afectivo, pues si el desorden es un patología todos estamos enfermos, y entonces lo normal sería lo patológico, el desorden.
Por Pólux.
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