Se nos va acabando agosto. Se acaba el tiempo de vacaciones para muchos y se espera con desgana la vuelta al trabajo. Yo, sin embargo, espero con ganas que acabe el mes, pues aquí, en nuestra atalaya, comienza el mejor tiempo, septiembre y octubre, ya que la gente abandona las playas y el tiempo aún acompaña.
La soledad es fundamental en nuestra atalaya. Las mejores épocas para nuestra reflexión en la atalaya son el otoño (septiembre y octubre) y la primavera (de marzo a principios de junio).
Pero la búsqueda en la atalaya se vuelve contradictoria. Por un lado el deseo de búsqueda, y por otro la seguridad de que "no hay nada nuevo bajo el sol", como reza el Libro del Eclesiastés. La cita completa de ese Libro del Antiguo Testamento es "Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol" (1:9).
Buscamos, sí, pero sabemos también que encontrar no suele ser plato de gusto, aunque sintamos la necesidad de hacerlo. En el mismo Libro del Eclesiastés encuentro otra cita que me asiste en lo que quiero decir: "En la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta su conocimiento, aumenta su dolor" (1:18).
Por Pólux.
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