"MI PROFESOR DE FÍSICA Y EINSTEIN."
Por PÓLUX (15-junio-2014).
La primera vez que me explicaron la relatividad del tiempo no la entendí, ni la segunda ni la tercera ni la cuarta, pero al menos no cogí complejo de tonto. Dos razones hubo para ello.
La primera era la dificultad para cambiar la forma de pensar. Acostumbrado, como los demás alumnos de la clase, a pensar en el tiempo y en el espacio de forma absoluta, resultaba imposible entender que dos relojes, uno en la superficie de la Tierra y otro moviéndose rápidamente en una nave en órbitas a su alrededor, acabaran marcando diferentes horas, o peor aún, que un reloj en nuestra mano y otro que ascendiera y descendiera en un ascensor a gran velocidad también marcarían diferentes horas, y digo peor porque a pesar de tratarse del mismo caso, el segundo ejemplo resultaba menos claro a nuestra imaginación viciada, y ese fue el que nos puso el profesor.
La segunda razón era la imposibilidad del profesor de física de hacernos ver que nuestra forma de pensar, a pesar de ser intuitiva, no era totalmente correcta, pues no describía la realidad que acontecía con los relojes, y que ponía de manifiesto la teoría de la relatividad. Nosotros no teníamos la flexibilidad mental necesaria y el profesor no tenía el don de la explicación para hacérnoslo ver. Recuerdo que nos decía que lo explicaría todas las veces que fuera necesario hasta que lo entendiéramos. Voluntad tenía, por que no sé cuántas veces lo repitió..., hasta la saciedad y hasta que él mismo se hartó. Pero claro es que nos repetía una y otra vez lo mismo, incapaz de poner un ejemplo distinto. Así, si no lo entendíamos la primera vez tampoco lo hacíamos en las sucesivas mismas explicaciones. Así una y otra vez hasta que acabamos todos hartos, sobre todo el profesor, que lo dejó por imposible, lo que reforzaba su idea de que eso de la relatividad no era para el plan de estudios. Yo ahora pienso que, a pesar de su voluntad, era él quien no estaba hecho para el plan de estudios.
Años después, cuando ya entendía algo más sobre la relatividad, leí el famoso y accesible libro "Sobre la Teoría de la Relatividad especial y general" que escribiera el propio Albert Einstein (1879-1955). El verdadero descubrimiento tras su lectura no fue una nueva clarividencia de su teoría, sino comprender lo preclara, intuitiva y capaz que era la mente de ese físico. La lectura de su librito (es pequeño y se lee con facilidad con unas nociones básicas de física) fue tan natural y llevadera que cuando acabé me pregunté qué dónde estaba la dificultad en entender aquella teoría. Comprendí dos cosas. Una, la diferencia entre un mal (aunque voluntarioso) profesor y un buen profesor con capacidad para hacerse entender. Y otra, que lo difícil no era realmente entender la Teoría de la Relatividad, sino llegar a formularla, llegar a darse cuenta a partir de la observación y la experiencia de que la realidad va más allá de lo que ven nuestros ojos, y ser capaz de describir esa otra realidad a pesar de la oposición de las ideas establecidas, por una parte, y de la propia intuición, por otra.
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