Hoy viviremos la proclamación de un nuevo Rey, Felipe VI. No reinaba un Rey con ese nombre desde la primera mitad del siglo XVIII. Desde entonces han cambiado mucho las cosas.
Por un lado la monarquía es un anacronismo que sólo en algunos países ha superado el paso del tiempo a pesar de las dificultades, pero por otro lado, al menos aquí en España, la adopción de funciones acordes con los tiempos y el reciclaje de la propia institución han validado un nuevo estilo de reinado que el pueblo, en general, ha aceptado.
La sucesión de nuestro Rey es un acto institucional, no un debate sobre el estado de la Corona o su innecesariedad. Claro que el debate siempre es lícito hacerlo, estamos en una democracia, pero aprovechar estos momentos huele a oportunismo. Ya que la experiencia nos hizo ver el error de la mayoría con Juan Carlos I, en quien poco se confiaba y a quien se le apodó al principio "El breve", no cometamos el mismo error con Felipe VI, y esperemos antes a ver si emprende alguna renovación institucional que potencie o valide su figura, aunque para nosotros, si hiciera el mismo trabajo que ha hecho su padre, estaría justificada su presencia.
Y cambiando de tema, la selección española de fútbol dejó patente algunas carencias que bien han sabido aprovechar sus adversarios de juego. De ser campeona del mundo a ser la primera selección eliminada del mundial de Brasil (perdió sus dos primeros partidos). Pero ha sido peor aún que eso. El verdadero problema ha sido la forma en que ha sido eliminada, por goleada, con una floja forma física y parece que una peor forma mental, a tenor de las caras que se veían cuando les metían el primer gol, y no digamos ya el segundo.
Cierto es que mantenerse en la élite de cualquier deporte es muy difícil y complicado, pero en un deporte tan pasional como el fútbol raro es que ello sirva de argumento. Hoy comenzarán las críticas y los análisis. A ver si sacamos algo en claro de todo lo que ha pasado.
Por Cástor y Pólux.
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