Yo soy mi mente. Soy, pues, yo mismo, pero también mi esclavo, pues mi mente, siendo yo, me hace depender de ella.¿Cómo siendo yo me es ajena?, ¿cómo lo único puede ser también otro?
Mi mente me hacer tener esas ideas aparentemente contradictorias. Y es que si bien en el mundo real no existe la contradicción, en todo caso más que en apariencia, en el mundo mental existen sin trabas, pues las ideas pueden existir con independencia de la realidad física y no están sometidas a las leyes de éstas. La ley básica que evita la contradicción podríamos enunciarla de la siguiente forma: no pueden existir bajo las mismas coordenadas espacio-temporales un suceso y su contrario.
Rápidamente más de uno diréis que la mecánica cuántica y la dualidad onda-partícula son ejemplos que contradicen el enunciado de la lay básica que hemos expresado. Sí y no. Sí, pues es lo que parece que sucede, y no porque de hecho se sigue buscando una explicación más satisfactoria en el caso de la dualidad y se entiende como un comportamiento de la materia lo sucedido en la mecánica cuántica. Salvo casos muy determinados dicha ley básica sirve perfectamente para el caso al que nos referimos.
La mente se permite constructos que la realidad impide, pues realidad y mente son dos categorías distintas sometidas a distintas premisas, más restrictivas, obviamente, en el caso de la realidad. En lo mental, en lo ideal, como en los sueños, todo es posible.
Por Castor y Pólux.
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