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martes, 1 de abril de 2014

EL UNO, EL DOS Y EL TRES, EL YO Y LO SOCIAL.

El uno es un buen número, el mejor, el más perfecto. Nos gusta. Tenemos debilidad por él.

El uno representa nuestra individualidad, la primera y más profunda experiencia que tenemos de nosotros mismos, un fenómeno único y primero.

El tres es el número que implica lo añadido, el ser social, fundamental según muchos, pero posterior a la experiencia de la individualidad según lo vemos. El ser social crea una capa que rodea e incluso puede anular la individualidad. Ello nos lleva a la mediocridad, pero también al triunfo y el reconocimiento, algo específico de nuestro ser como especie, como relación que se forja tras la primera experiencia del yo único. El ser social nos define, claro está, pero nuestra primera experiencia es el yo, aunque a veces se nos olvide.

El dos es un número casi perfecto, pues está justo detrás del uno, y puede participar de lo mejor del uno y lo mejor del tres, aunque también de lo peor de ambos. El dos representa la distancia corta, lo social restringido, o lo individual en un primer desarrollo social.

La psicología, al menos el sentir vigente de la misma, nos advierte en contra de todo lo que estamos exponiendo aquí, pero no nos importa, nuestro individualismo es particular y creemos que bien fundamentado.

Lo colectivo es un consecuencia, lo individual una experiencia, pero finalmente ambos aspectos han de coexistir y convivir integrados, como bien nos dice la psicología, aunque la experiencia de la realidad determina en último término el punto de vista desde el que afrontar esa realidad.

Mucho nos ha hablado y alumbrado la filosofía sobre lo social y la historia, como supraelementos trascendentes al yo del que aquí estamos hablando, y en nada vamos a contradecir esas grandes ideas. Sólo queremos poner el énfasis en el sentimiento íntimo y único del yo. Lo demás es en verdad otra historia.

Por Cástor y Pólux.


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