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jueves, 27 de marzo de 2014

MEDIOCRIDAD Y NORMALIDAD.

Solemos temer que nos llamen o nos crean mediocres, como si den un grave insulto se tratara. Cierto es que como insulto suele usarse, pero es un insulto algo particular, pues atenta contra nuestro ego, contra nuestro amor propio. Y ello porque nadie quiere aceptar ni siquiera la posibilidad de ser mediocre.

Normalmente todos nos creemos especiales, más o menos. Pero todos sabemos que pocas son las personas verdaderamente especiales, con algún don que les haga ser admirables.

Lo mediocre es lo que está en medio, más concretamente, y según la primera acepción que da la RAE "de calidad media", y "de poco mérito, tirando a malo" según su segunda acepción.

Sin tener en cuenta el sentido peyorativo de la segunda acepción diremos que mediocre es algo de calidad media. Por definición, dado que todas las personas no somos iguales y las hay mejores y peores, lo que define a todas las personas normales (como lo más común) es que están en la media entre los mejores y los peores. Así pues, la normalidad es la mediocridad, por tanto no debiéramos sentirnos tan ofendidos si alguien nos llama mediocres, salvo que lo haga con un sentido peyorativo.

La mayoría de las personas somos mediocres porque somos la mayoría, es decir, la normalidad, la media. El que no nos guste que así se nos clasifique depende más de nuestra propio concepto peyorativo del término y de nuestra necesidad de sentirnos especiales.

Por Cástor y Pólux.


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