Frialdad y falta de respeto es lo que solemos mostrar cuando tratamos un tema sensible e incluso doloroso pero que no nos incumbe directamente. Un accidente grave, una muerte, una deficiencia física o psíquica grave... Todo es motivo de chanza hasta que nos toca directamente. Entonces la sensibilidad cambia y nos volvemos críticos hacia aquéllos que no respetan con sus bromas nuestro dolor, justo lo que hacíamos nosotros mismos.
Así somos los humanos, interesados hasta en las opiniones más sensibles. Ello implica una gran falta de respeto por lo ajeno, como si lo único importante fuera lo que nos sucede a nosotros. Y eso es lo que está en el fondo de la cuestión, un egocentrismo llevado al límite.
Un silencio a tiempo, sólo un silencio, es lo mejor que podemos hacer muchas veces, pero en un país de charlatanes y cotillas como este nuestro, eso es lo último. La broma tiene su momento y eso todos lo entendemos y aceptamos.
Pero lo que acaba estando fuera de lugar acaba viéndose de mal gusto.
Por Cástor y Pólux.
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