Llegó el tan deseado viernes. Pero con el tiempo se va tornando a la vez también temido. ¿Cómo puede ser eso? La sensación de que el tiempo pasa cada vez más rápido con la edad no sólo es una sensación subjetiva, permítasenos decir que lo es absolutamente subjetiva, pues parece ser común y universal. Pero a lo que vamos. Llega tan rápido el viernes que le teme uno, pues esa llegada se convierte en una medida de lo rápido que pasa el tiempo y lo efímero que resulta el fin de semana.
Contra ello lo mejor es un baño de realidad y vivir el presente en lo posible, pues no siempre lo que se quiere es lo que se puede.
El viernes, como el lunes, acaban convertidos en símbolos tanto de lo bueno como de lo malo, pues una cosa conlleva siempre la otra. El tiempo de disfrute conlleva el fin de ese tiempo. Un viaje conlleva la vuelta. No se trata de ser negativos, sino de reconocer como nos vemos afectados tanto por lo que nos gusta como por lo que no.
Por Cástor y Pólux.
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