El veraneo se ha alejando de repente de las playas cercanas a nuestra atalaya.De vez en cuando hemos visto pasar a algún senderista medio despistado, que se quedaba mirándonos sin comprender nuestra presencia allí.
Pero llegó septiembre y con él una estampida generalizada. Ahora es el momento de los que, como nosotros, buscan la tranquilidad y el sosiego, fundirse con el entorno y pasar desapercibidos junto a él. Es cuestión de gustos, de preferencias y de necesidades, demasiadas cosas como para aunarlas todas con facilidad.
Empezaremos conformándonos con poco y después ... ya veremos.
Y como señal de lo que se va, las primeras horas de la noche de ayer domingo. Tras la puesta de sol apareció la estrecha franja curvada de una Luna creciente (apenas un 7% de la superficie lunar), y muy cerca sobre ella un astro muy luminoso formaba una conjunción muy vistosa e interesante, en realidad se trataba de un planeta, Saturno. Poco a poco fueron bajando hacia el horizonte y la Luna fue tomando ese color anaranjado-rojizo tan característico, cuyo fundamento es el mismo que hace enrojecer el sol tanto en el orto como en el ocaso, nuestra atmósfera.
Muy poco antes de la diez de la noche la conjunción de la Luna y Saturno, extraña como si se tratase de la visión de otros mundos o, por el colorido, como si observáramos de cerca el planeta Marte, comenzó a fundirse con el horizonte con una magia especial, hasta desaparecer por completo. De nuevo la naturaleza mostrando su belleza a través de la mecánica celeste.
Esta noche la distancia de la Luna con Saturno será mayor y menos vistosa, y la Luna, un poco más grande (aproximadamente un 13% de la superficie visible), también se pondrá anaranjada sobre el horizonte, pero se pondrá sobre una hora más tarde.
Y como ya adelantábamos ayer la fotografía de hoy de nuestra cabecera también nos la envió María Ruda. Capta perfectamente las sensaciones que nos inundan cuando algo se acaba, cierta melancolía propia de esas últimas tardes del verano, ya más cortas, como indicando el final.
Pero tras todo final, un inicio, para el que necesitamos renovadas fuerzas y un nuevo impulso que haga perderse en el olvido el pasado, para dejar todo el espacio y toda la memoria de nuestra mente libre para vivir y almacenar el nuevo presente.
Por Cástor y Pólux.
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