Antes de comenzar con el tema de la introducción, queremos dejar constancia de que la fotografía de cabecera de hoy la ha elegido un seguidor y buen amigo nuestro y de Obtentalia llamado Juan García, a quien saludamos efusivamente desde aquí.
Cuando era pequeño, aún un niño, uno de nosotros tenía la firme creencia de que las estrellas del firmamento se caían. Así como suena, se caían hacia el horizonte y perdían en él, como si estuvieran sujetas con un hilo y éste se rompiera.
Cuando era pequeño, aún un niño, uno de nosotros tenía la firme creencia de que las estrellas del firmamento se caían. Así como suena, se caían hacia el horizonte y perdían en él, como si estuvieran sujetas con un hilo y éste se rompiera.
El por qué de esa creencia fue un comentario de nuestra madre que nos decía que así sucedía, o al menos eso creo recordar. De hecho recuerdo como llegué a ver una estrella caerse. No sé si el recuerdo lo he creado a partir de mis creencias de entonces o a partir del algún recuerdo real tergiversado hasta amoldarse a esas creencias, como por ejemplo la visión de un meteorito (un cuerpo que recorre el cielo o que puede parecer que cae).
Los recuerdos, especialmente los más antiguos, no son nada fiables, por más vívidos que sean y por más seguros que estemos de ellos, se reconstruyen, se modelan e incluso a veces se crean. El paso del tiempo los modela tan imperceptiblemente que no somos conscientes del cambio. Solemos descubrirlo, generalmente de forma fortuita, cuando contrastamos con alguien un recuero común, y especialmente con varias personas que coinciden en sus versiones, o cuando alguien nos demuestra con hechos que nuestro recuerdo no es real. Así funciona nuestra mente.
Hace pocas semanas se trató este tema en el programa televisivo llamado "Redes", donde se explicaba todo ello con rigor científico. Muy recomendable a nuestro parecer, pues fue esclarecedor y sencillo de entender.
Pasaron alguno años y descubrí, ya en la pubertad, un libro de astronomía básica que abrió ante mí una realidad maravillosa y fantástica, el universo, y tiró por tierra aquél mito de las estrellas que se caen para entender que la realidad era más complicada y caprichosa, y que la razón humana era una poderosa arma capaz de descubrir lo aparentemente incomprensible. Comprendí la esencia de la ciencia, del método científico y la fuerza de la razón frente a la fe.
Por Cástor y Pólux.
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