Políticos, grandes empresarios, altos ejecutivos, puestos de cierta relevancia, alcaldes, concejales ... Todos tienen al menos algo en común, y es que están en una situación de privilegio para cometer prevaricación, tráfico de influencias y cobrar comisiones que rozan la ilegalidad, sino claramente ilegales.
Que estén en esa situación no significa que lo hagan, pero sí que algunos lo harán, como muchos ya lo han hecho.
Hablamos de los políticos y los grandes empresarios como personas ajenas al sentir popular, capaz de aprovecharse del dinero ajeno, como si fueran una clase delictiva aparte, que nada tiene que ver con nosotros. Todos somo el pueblo, y del pueblo salen esos políticos, empresarios y ejecutivos. No dejan de ser el reflejo del pueblo y la sociedad a la que pertenecen.
Cuando bajamos un poco en el escalafón nos seguimos encontrando lo mismo, alcaldes y concejales de pueblos, medianos empresarios cuyos escrúpulos vuelven a reflejar al pueblo que dicen representan. Si alguien roba es porque tiene la condición de hacerlo, se le presenta la oportunidad y es capaz de dar el paso, no hay otro secreto, y esa cadena que permite el robo no depende del cargo, sino de la persona.
No estamos de acuerdo con la frase "los políticos que tenemos ...", nosotros diríamos "los políticos que somos ...". La clase política son el reflejo de un pueblo, por más que nos cueste reconocerlo.
Por Cástor y Pólux.
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