¿Cómo habrían de sentirse esos genios de la música, del arte, de la ciencia o del pensamiento cuyas ideas -finalmente admiradas- no sólo no fueron admitidas, sino ignoradas, maltratadas y, lo pero de todo, tachadas de necedades y de erróneas?
Tiene que ser una gran frustración el estar seguro de algo, el haberlo comprobado, saberlo, incluso, y ser tachado de ignorante o simplemente ser ignorado como un loco que se cree algo.
Creemos habernos encontrado alguna vez gente así, con mucho que ofrecer y que dar, con capacidades extraordinarias, haciendo cosas muy interesantes, pero rodeados de mediocridad que triunfa, mientras ellos, a todas luces mejores, pasan inadvertidos por un mundo ávido de novedades y talento que no sabe o quiere verles. Toda una contradicción.
Se buscan novedades y originalidad, pero para un mercado generalista al que satisfecer fácilmente, sin complicaciones.
A veces el paso por esta vida se convierte en una desesperante frustración. Pero también eso hay que superarlo, y ha de hacerse principalmente con la seguridad en que lo que se hace es lo que se quiere y debe hacerse.
Al final todos estamos solos, y el reconocimiento de los demás no deja de ser algo secundario. Querer priorizarlo sólo demuestra la debilidad de nuestro ego.
Por Cástor y Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario