Los viajes están de moda y al alcance de muchos, sobre todo los organizados por agencias de viajes.
Siempre se ha dicho que viajar amplía horizontes y ayuda a tener una visión más relativa y real de cómo es el mundo, pues aprendemos puntos de vista distintos a los nuestros y dejamos de pensar que nuestra forma de vida es la única. Relativizar este tipo de creencias es bueno para nuestra visión general del mundo. Pero para que todo eso sea así hay que viajar con una mente abierta, capaz de percibir y aprehender esas distintas formas de vivir y pensar, hoy que mezclarse con el ambiente para respirarlo y entenderlo. Es decir, no sólo se trata de viajar por viajar, sino de comprender e interiorizar lo que encontramos viajando.
Sin embargo existe la percepción, o al menos nos lo parece, de que viajar por sí mismo basta para ampliar la visión del mundo. Que eso lo piensen los dueños de las agencias de viajes nos parece normal, pues su único interés es vender viajes, pero que además lo creamos los viajeros ...
Generalmente nadie te habla de la calidad del viaje que ha hecho, sino de la calidad del hotel donde ha estado, de la cantidad de países que ha visto, de cómo en dos días ha visitado todo lo que había que ver.
Interesa la cantidad y no la calidad. Se disfruta de la calidad y servicios del hotel, así que da igual ir a Cancún que a Cádiz, a Canadá que al Algarve.
Todo esto ha producido un hecho nuevo, el de viajar sin aprender más que curiosidades, la de viajar y no enterarse de nada.
Recordamos como hace ya tiempo un amigo, con una pedantería insoportable, nos contaba sus múltiples viajes por Europa, y cómo ya para él lo próximo era salir del continente. Y nosotros nos mirábamos e interiormente nos decíamos "habrás viajado mucho, chaval, pero parece que lo único que consigues es aumentar tu pedantería".
Por Cástor y Pólux.
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