Se va
terminando agosto, como todo, poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Nada
permanece. Y lo que a simple vista nos parecía que no cambiaba, como el mar,
las montañas, el cielo…, también lo hace. Sabemos que cambian las estrellas, y
hasta el propio universo en su totalidad, aunque tarde en hacerlo miles de
millones de años. No tenemos experiencia de nada que no cambie, y de lo que
podemos decir que no cambia, lo podemos decir porque no tenemos experiencia ni
a favor ni en contra del cambio (por ejemplo el alma –no tenemos experiencia de
qué pasa después de la muerte con el alma-).
Esta visión
implica darle la supremacía de la prueba a la experiencia, y no a la fe, o a la
intuición o al destino. Es difícil hablar de lo que no se experimenta, pero
para muchas personas es prueba tan inequívoca como la experiencia.
¿Qué tipo de prueba
es más cierta o válida, la basada en el método científico –la experiencia-, o
la basada en otro tipo de experiencia, más intuitiva o espiritual? Cada uno
busca la verdad como mejor cree. Pero es bueno saber qué caminos transitamos
para buscarla, principalmente para no perdernos y no engañarnos.
Por cierto la foto de cabecera del blog de hoy se parece mucho a otra que pusimos hace unas semanas -pues se trata del mismo puente-, pero no es igual.
Por Cástor y Pólux.
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