El cerebro es un órgano fascinante. Nos
hace humanos, pues en él surge la razón y la consciencia. Cómo ello sucede es
un misterio por cuanto lo ignoramos, pero que en él residen dichas
características humanas es innegable. No hay más que observar la merma de
facultades que ocurre cuando un problema físico lo altera (una enfermedad, un
traumatismo, etc.). Es impactante ver a alguien incapaz de razonar, de
comprender o de conocer tras un accidente en el que se haya visto afectado el
cerebro, pero aún lo es más asistir a un cambio de su personalidad. Podemos
claramente presumir que el pensamiento y la consciencia surgen de la estructura
material que forma el cerebro, pues una afectación de ésta determina sus
capacidades como hemos visto. El mecanismo por el que esto sucede así se oculta
a nuestra comprensión, pero parece obvia la relación.
Nuestra espiritualidad la conforman las capacidades
abstractas, mentales, que surgen de ese cerebro material. Pero la existencia de
algo más allá me parece injustificada, como por ejemplo el concepto de alma. El
trasfondo religioso o filosófico que sustenta ese concepto es su única
justificación. Sólo tenemos experiencia de que al morir, o al verse afectado el
cerebro como antes hemos referido, las capacidades espirituales desaparecen.
Que haya una conciencia o alma que subsista es algo que no se puede constatar,
y que, por tanto, sólo puede imaginarse. Y la imaginación no es razón para
argumentar o demostrar.
No voy a negar que sea posible que el cerebro tenga
capacidades que no se muestran de manera directa, y que ciertas personas puedan
tener algunas capacidades "extra". Pero que exista un alma
independiente que subsista al cuerpo es ir mucho más allá. Yo no tengo ninguna
experiencia de ello, ni conozco a nadie que la tenga. Eso sí, conozco a mucha
gente que dice tenerla, que existe, pero hasta ahora siempre verifico que es
una creencia, pues no demuestran nada. ¿Por qué esa necesidad de creer en cosas
indemostrables, de dar una dimensión trascendente a todo? Tal vez se me tache
de materialista, de hacer uso de un racionalismo empírico que también determina
mi forma de ver las cosas, pero creo que tiene más valor hablar de aquello que
veo y puedo conocer que de lo que no puedo ver ni conocer.
Aún no tenemos conocimientos suficientes como para
comprender suficientemente el funcionamiento del cerebro, así como la
emergencia del pensamiento abstracto a partir de la materia que forma ese
órgano. Es posible por tanto que algún día podamos entender esa relación mente-cerebro.
Creo que es más positivo indagar en ese sentido que no en una trascendencia de
la que no tengo experiencia alguna, en un dios al que no accedemos los que no
lo vemos.
Por Pólux.
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