¿Quién no ha oído hablar en alguna ocasión del CARPE DIEM? Esta locución latina que
todos aprendimos, o al menos oímos alguna vez, en los primeros años de
bachillerato se debe al poeta romano Horacio -año 65 antes Cristo / año 8 antes
de Cristo-, sin duda, uno de los mayores poetas romanos de todos los tiempos,
entraña una invitación al disfrute inminente de la vida y sus cosas mundanas.
Literalmente quiere decir "aprovecha
el momento; no confíes en el mañana"
("Carpe diem quam minimum rebola postergo"), y aparece en un poema que
se encuentra dentro de las Odas de Horacio. Uno de los pasajes del poema
nos dice textualmente que "mientras estamos hablando,
he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no
pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana". El
CARPE DIEM es, en mi opinión, una
filosofía emanada de una particular forma de ver la vida, en la que el poeta
sabedor de la brevedad del momento -el presente- invita al disfrute máximo del
mismo pues el mañana –el futuro- ya vendrá, si es que viene, y desde luego
nadie sabe cómo llegará. Por tanto, entiendo, que es una profunda reflexión a
vivir el día a día, a disfrutar con lo cercano y, en definitiva, a no dejar las
vivencias del momento a un futuro que se nos presenta harto incierto.
Desde luego, mucho se podría hablar sobre el CARPE DIEM y no por mí precisamente, que no soy la persona más adecuada para ello, limitándose mi intervención a escribir únicamente unas líneas generales sobre esta conocida locución. Por otro lado, a pesar de que el mensaje que encierra el CARPE DIEM está claro, a lo largo de los tiempos su significado ha tenido distintas interpretaciones de manera que su inicial reflexión del goce del momento y de la juventud se ve reforzado enla Edad Media
con la idea de que hay que vivir el momento pero... porque vas a morir pronto.
Baste recordar que Horacio es precristiano y la Edad Media es una etapa
de profunda religiosidad y marcado concepto de la limitación del tiempo.
Asimismo, durante el resto de los siglos, y hasta llegar a nuestros días, el CARPE DIEM puede entenderse como un
vivir cada momento de vida como si éste fuese el último de nuestra existencia
lo que pone de manifiesto, por un lado, una realidad pero, por otro, una visión
tremendista. De todas formas, el moderno CARPE
DIEM, hay que entenderlo bajo un prisma más amable y menos pesimista,
siendo una llamada a no perder más el tiempo que aún nos queda por delante, no
dejando para mañana todo aquello que podemos hacer hoy y viviendo intensamente cada
momento. Se trata, en definitiva, de encarar la vida desde un punto de vista
positivo mientras disfrutamos de los placeres mundanos con alegría y felicidad,
pues los malos momentos ya se encargan de aparecer por sí solos cuando menos
los esperamos.
Desde luego, mucho se podría hablar sobre el CARPE DIEM y no por mí precisamente, que no soy la persona más adecuada para ello, limitándose mi intervención a escribir únicamente unas líneas generales sobre esta conocida locución. Por otro lado, a pesar de que el mensaje que encierra el CARPE DIEM está claro, a lo largo de los tiempos su significado ha tenido distintas interpretaciones de manera que su inicial reflexión del goce del momento y de la juventud se ve reforzado en
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