Así
ha amanecido hoy, 7 de mayo de 2012, en la costa onubense, al menos en la parte en la que me
encuentro. El sol lo llena todo, y desde la terraza en la que escribo lo puedo
tocar y sentir. ¡Qué perspectiva más curiosa! Un barco a lo lejos, el mar, la
playa, una palmera, una antena de televisión, pinos, o más bien el manto verde
que forman sus copas, una farola, tuyas, una columna blanca ... y yo,
finalmente percibiéndolo todo, atemporal y sin consciencia, sólo sentidos.
Un
triángulo de un blanco perfecto se desliza armonioso y sin prisa
sobre el espejo en el que se ha convertido el mar, tan calmo que su esencia me
inunda el ánimo.

Estar
aquí, viendo el mar, sin prisa alguna, sin obligación inmediata, inundando los
sentidos de calma, eso sí que es una terapia. Pero sólo la puedes hacer de
vacaciones y si tienes la suerte de tener un lugar así, que ayude a expandir el
espíritu acostumbrado a estar contraído entre las cuatro paredes de la oficina.
Sí,
sé que no estoy siendo justo con aquéllos que no tienen la posibilidad que se
me brinda a mí de estar aquí, pero también a mí se me acabará y tendré que
recurrir al fin de semana, al día libre, en el que tendremos que buscar un rato
de evasión, imaginar el cielo y el mar que hoy me inundan, y luchar así contra
las cuatro paredes.
A
cada uno la vida le da determinadas oportunidades y es cuestión nuestra
aprovecharlas. Y hoy eso quiero hacer, aprovechar este sitio atemporal que, al
menos por un rato o unos días, me alejarán de una realidad que siento ajena a
pesar de saber que es la mía.
Y
pido disculpas por estas palabras a todos aquellos a los que la vida no les ha
dado oportunidades, o la capacidad para aprovecharlas, o la suerte de encontrar
un sitio atemporal donde sobrevivir temporalmente.

Por Pólux
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