Periquito, tu payá, payá, payá y yo pacá, pacá, pacá.
POR PERSEO.
POR PERSEO.
Famosa cocina de la abuela de Perseo. |
La cocina de mi abuela era el lugar ideal para que se escondieran todo tipo de criaturas. Con tantos recovecos oscuros, soleados, cerrados, a la vista, en penumbra…, donde se almacenaba la cubertería azul, la cubertería roja de esa porcelana agrietada donde tanto me gustaba tomar sopa de arroz con hierbabuena, tocinos, chocolates, aceites, azúcar, chorizos, bizcochos, hierbas y más hierbas raras.
Ahí olías y mirabas desde la entrada, porque dar un paso hacia delante significaba encontrarte con el miedo cara a cara. Su nombre era Periquito, que no hacía justicia a su aspecto. Fiero, implacable, frío, silencioso, así es como veía a ese gato descomunal que me hacía temblar cuando sus agudos ojos se fijaban en mí.
Gracias a Dios y a las artes de bruja de mi abuela, “panturrana barrigaverde”, cayeron en mis manos las palabras mágicas para alejar demonios y otras criaturas infernales, eso es: “Periquito, tu payá, payá, payá y yo pacá, pacá, pacá”. Funcionaba, el demonio aquel tomaba distancia. Allí iba, a la caza de alguna víctima.
Bear Grylls en acción. |
Donald Schultz. |
Ahora veo que le podía haber echado más coraje a ese gato y seguir los pasos de esos intrépidos de la tele como son “El último superviviente” el ex miembro de las fuerzas especiales el británico Bear Grylls o el “Cazador de veneno” el herpetólogo Donald Schultz, que son capaces de enfrentarse a todas esas pobres criaturas que tengan la desgracia de caer en sus manos. Periquito, creo que te has escapado de una buena.
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