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domingo, 6 de mayo de 2012

CAUSA-EFECTO, por Pólux




CAUSA-EFECTO.

Escuché hace poco un anuncio donde un señor, muy convincente, decía que gracias a una conocida marca comercial había podido conseguir realizar determinado sueño. Dicha marca había sorteado un dinero y le había tocado a ese señor, que había enviado una etiqueta del producto para poder entrar en el sorteo. La lógica parece aplastante. La marca comercial sortea un dinero. Ese dinero me toca. Puedo conseguir mi sueño. Luego puedo conseguir mi sueño gracias a la marca comercial. Desde el punto de vista de la lógica formal esto no aguanta el más mínimo análisis, peno no nos hace falta saber lógica para darnos cuenta de que pretenden engañarnos o, más sutilmente, manipularnos. La lógica del anuncio consiste en establecer un vínculo entre la marca y el señor, y entender aquélla como causa de lo bueno que sucede a éste. Simple y efectivo, pero falso. Falso por no ser totalmente cierto.

Pero así funciona nuestra mente, suele sesgar los elementos que toma de la realidad para presentar no la conclusión más realista, sino la que más se adapte a nuestros intereses, y mucho dominio y conocimiento sobre uno mismo hay que tener para que esto no opere así.

En la vida diaria hay un caso muy típico en el que todo ello acontece con total naturalidad. Supongamos que en mi trabajo se presenta la posibilidad de promocionar. Tengo dos compañeros que, como yo, creen que deben hacerlo ellos. Finalmente sale elegido uno de esos dos. La reacción más normal, por lo que de común tiene, es culpar al compañero elegido de no haberlo sido yo, y además, de camino, enemistarnos con él. Nos fijamos en una causa, mi compañero, obviando, seguramente de forma inconsciente, todas las demás.

Las relaciones causa-efecto no operan igual en la realidad empírica (naturaleza) y en la realidad mental de nuestro pensamiento. En la realidad empírica cada instante viene determinado por tal ingente cantidad de pequeñas causas que es prácticamente imposible concretarlo antes de que suceda, aún más, creo que no podemos cualificar la forma en que cada causa influye en cada momento. En la realidad mental, el filtro que la razón impone para interiorizar la realidad percibida establece  unos parámetros que simplifican la ingente cantidad de datos percibidos, con idea de encajarlos en nuestra estructura lógica, es decir, sólo podemos comprender en la forma en que la mente puede comprender, y la estructura mental simplifica y sesga los datos que inicialmente no se adaptan a nuestra forma concreta de entender (la posibilidad de modificar esa forma estructurada de entender sería la flexibilidad mental). Solemos focalizar en una circunstancia, ante una maraña de ellas, la causa de algo. Por eso tendemos a primar una causa por encima de las demás. Si la mente intentara captar y comprender todas las causas no entendería el mundo, y no tendríamos nuestra principal habilidad humana.

Si, por ejemplo, hoy he salido cinco minutos más tarde de casa y he llegado tarde al trabajo, tenderé a pensar que he llegado tarde por que me he demorado en salir de casa. Además es coherente y lógico. Pero si pensamos en todas las causas, tendremos que pensar en todas las que han hecho que me demorara cinco minutos (vi una película y me acosté tarde y cansado, comí algo que no me sentó bien y por dormir mal me ha costado levantarme, no presté atención en el supermercado a la fecha de caducidad del alimento que compré para cenar, tenía que estar atento a mi hijo que estaba revoltoso y por eso no me fijé en la fecha de caducidad, mi hijo estaba revoltoso porque había tenido un mal día en el colegio, la profesora de mi hijo puso a éste nervioso porque a la vez lo estaba ella pensando en que podían despedirla, etc), en todas las que durante el trayecto al trabajo también me han retrasado (el semáforo que siempre estaba en verde hoy está rojo, el tráfico ha aumentado un poco y ralentiza aún más la marcha, tardo más en encontrar aparcamiento, al dar otra vuelta a la manzana para encontrar aparcamiento se para delante un coche para recoger a un niño, el niño tarda porque ha olvidado los libro, olvidó los libros porque anoche estuvo jugando y no los preparó, estuvo jugando porque tenía menos deberes que otros días, tenía menos deberes porque faltó a clase uno de sus profesores, y faltó a clase porque falleció un conocido y fue al entierro, etc), y así en cada causa y cada uno de las cusas de esas causas. La información es no sólo improcesable, es inabarcable, es decir, ni siquiera podemos saber cuáles son todas las causas posibles y cuáles de ellas, de serlo, tienen más transcendencia en los efectos. No podemos abarcar ese estudio, pero sí podemos saber que faltamos a la verdad cuando usamos una sola causa como motivo de un efecto que depende otras muchas.

No quiero con esto decir que no existan relaciones causales más o menos determinadas. Si sostengo un vaso y lo suelto, cae y se rompe. En sentido estricto ese suceso está sujeto a las reglas causales indeterminantes a que me he referido antes, pero el particular suceso de abrir la mano, caer el vaso y romperse, puede ajustarse a una o pocas causas determinadas que caracterizen el suceso. En ese caso concreto, y circunscrito sólo a él, podremos hablar de causa-efecto cognoscible. Pero en eventos sujetos a mayor complejidad, como es la felicidad de una persona o la consecución de un sueño (como nos referíamos al principio de este comentario), significar como su causa un solo factor es tergiversar la realidad. Y en publicidad se usa mucho para manipular voluntades. Pero no siempre la culpa es del “otro”, pues muchas son las veces en la que nosotros mismos intentamos manipular de esa misma forma.

Sobre este tema recomiendo el libro "El universo abierto: una discusión a favor del indeterminismo", de karl Popper.

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