Problemas ajenos a nuestra voluntad impidieron que ayer publicáramos nuestra entrada y nuestra fotografía diaria. A veces no cabe más que admitir lo que sobreviene, pues cualquier resistencia es inútil. Y ayer sucedió así.
Pero nuestros deseos suelen estar complementados con un ansia que nos ciega más que permitirnos un análisis frío que nos facilite la consecución de ese deseo. Para estar en el mundo, comprenderlo e interactuar eficazmente con él hemos, de estar abiertos a la posibilidad de una comprensión distinta, a valorar aspectos que antes desechábamos, a cultivar nuevas ideas donde antes creíamos tener un páramo.
Por poner un ejemplo, el concepto de verdad suele ser una idea anquilosada en nuestra mente que responde a la elaboración previa de otra época, que generación tras generación es introducida en nuestro pensamiento sin elaboración propia. No es la elaboración previa la que la vuelve inflexible, sino la falta de elaboración propia. Hay muchas formas de entender la verdad, pero en nuestra cultura hay un predominio claro del concepto de verdad absoluta, es decir, que la verdad es algo que responde a unos hechos que pueden conocerse, de forma que verdad no hay más que una, y entre dos personas que sostienen ideas contradictorias sobre determinado suceso, una estará en posesión de la verdad o al menos más cerca de ella que la otra. Sin embargo la verdad puede entenderse de forma relativa, y nada debe asustarnos pensar y reflexionar sobre esa forma de comprenderla. Tras una reflexión sincera y profunda, la idea de verdad que aceptemos (absoluta o relativa), estará avala por una elaboración propia que nos hará últimos responsables de nuestros pensamientos, y no meros herederos de una forma de pensar.
No se trata de cambiar nuestras ideas, sino de someterlas a una reflexión que las valide, en el sentido que sea.
Por Pólux.
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