La noche se extiende ante mis ojos, y cubre también como un velo mi razón. El mundo onírico al que el sueño nos introduce es un espejismo de la vida, pero con una razón profunda y necesaria, la subsistencia, la integridad y la cordura de un sistema psicológico tan complejo como desconocido.
La actividad mental durante el sueño es de gran actividad, aunque la percibamos como descanso o ausencia. La mente es una máquina que no cesa, nunca se detiene, como el corazón, y si lo hace es sólo para morir.
Las necesidades derivadas del "carácter" mental someten y doblegan la voluntad sin posibilidad de escape. Las necesidades de la "química" cerebral actúa de igual modo, imponiéndose y creando dependencias que difícilmente entiende quien no las sufre. Y digo que se sufre porque muchas de esas dependencias psicológicas y físicas no son socialmente aceptadas. Pero, ¿quién es nadie para juzgar lo que no depende de nuestra voluntad? La lucha interna a que nos somete tales necesidades sobrevenidas es dolorosa y extenuando, y la afrontamos a pesar de saber que difícilmente tenemos opción de ganarla. Eso ya es mucho, ¿por qué se juzga entonces nuestro comportamiento? Por desconocimiento.
Por Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario