Portada de la edición de 1982 de Siglo XXI de España Editores, S.A. |
Acerca del carácter instintivo (innato) o no del comportamiento agresivo del hombre, ese comportamiento propiamente humano manifestado en las guerras, los crímenes y el comportamiento propiamente destructivo, resulta aclarador leer la Introducción que hizo Erich Fromm a su obra "Anatomía de la destructividad humana", publicada en 1973.
Se refiere primero a otras teorías. Recojo aquí a modo de ejemplo las de Lorenz:
"[...] Todas estas obras contienen en lo fundamental la misma tesis: el comportamiento agresivo del hombre, manifestado en la guerra, el crimen, los choques personales y todo género de comportamiento destructivo y sádico se debe a un instinto innato, programado filogenéticamente, que busca su descarga y espera la ocasión apropiada para manifestarse.
Tal vez el gran éxito del neoinstintivismo de Lorenz se debiera no a la robustez de sus argumentos sino a que la gente es muy susceptible a ellos. ¿Qué podía ser más admisible para gente asustada y que se siente incapaz de modificar el rumbo al aniquilamiento que una teoría que nos asegura que la violencia arranca de nuestra índole animal, de un impulso ingobernable hacia la agresión y que lo mejor que podemos hacer es, como afirma Lorenz, comprender la ley de la evolución que explica el poder de ese impulso? Esta teoría de la agresividad innata fácilmente se convierte en ideología que contribuye a calmar el temor de lo que sucederá y a racionalizar la sensación de impotencia."
Un poco más adelante, en dicha Introducción, Erich Fromm plantea su propio punto de vista:
"Debemos distinguir en el hombre dos tipos de agresión enteramente diferentes. El primero, que comparte con todos los animales, es un impulso filogenéticamente programado para atacar (o huir) cuando están amenazados intereses vitales. Esta agresión “benigna”, defensiva, está al servicio de la supervivencia del individuo y de la especie, es biológicamente adaptativa y cesa cuando cesa la amenaza. El otro tipo, la agresión “maligna”, o sea la crueldad y destructividad, es específico de la especie humana y se halla virtualmente ausente en la mayoría de los mamíferos; no está programada filogenéticamente y no es biológicamente adaptativa; no tiene ninguna finalidad y su satisfacción es placentera. Buena parte de la discusión anterior de este asunto estaba viciada por el hecho de no distinguir entre estos dos géneros de agresión, cada uno de los cuales tiene diferente origen y diferentes propiedades."
¿Cómo nos vemos?, ¿cómo nos queremos ver?, ¿cómo somos realmente?
Por Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario