
La muchacha que me atendía me dijo que sí, que tenía, y además me preguntó "¿pero para qué lo quiere?", como si dudara que yo supiera lo que le pedía. Yo sabía bien lo que quería, y como no tenía ganas de dar explicaciones y ya intuía que la muchacha no estaba muy puesta, le contesté simplemente "para hacer una conexión mono". Seguramente la muchacha se preguntaba, al menos eso intuí, que en la era tecnológica en la que lo estéreo es ya lo menos en calidad de audio, ¿para qué podría servir un cable mono?

Estaba claro que no tenía ni idea de aquel producto que vendía (y no es que yo sepa mucho, es que es algo muy básico si conoces levemente sobre el tema). Le dije que no lo quería. Eso sí lo entendió. Si le hubiera dicho que no me servía estaría todavía preguntándose el por qué.
En fin, hasta para poner un ladrillo o vender un caramelo hay que saber, pues nada es fácil cuando no se conoce, aunque lo parezca. Un cable es un cable, y pareciera que cualquiera lo pude vender. Ya vemos que no.
Por Pólux.
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