Gracias Pepe, tus palabras siempre son alentadoras y sensatas, pero sobre todo creíbles por la pasión y realismo que rezuman. Tú no los sabes, pero nuestras breves conversaciones me reconfortan, me hacen recordar lo evidente y pensar en lo obvio. Porque lo evidente y lo obvio se olvidan, y el sentido común, tan necesario, se esfuma con ellos.
No creo que hayamos mantenido conversaciones de más de cuatro o cinco minutos, lo que me demuestra que el saber y el conocimiento, el realismo y el gusto por lo que se tiene no necesita de grandes discursos, sino de sinceras palabras.
Creo que tú no lo sabes, Pepe, pero admiro tu capacidad para decir y sentir lo que crees, aunque sospecho que hay cierta admiración mutua.
Mi padre decía que cuando alguien te cae simpático tú sueles caerle igualmente simpático a él, porque la relación de afecto suele ser recíproca. Y ese, creo, es nuestro caso.
No hay amistad, porque no hay momentos ni tal vez voluntad para tenerla, pero el afecto y las palabras se agradecen.
Por Pólux.
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