"UNA MISMA LEY; DOS VARAS DE MEDIR"
Por Hermes (30 de noviembre de 2014)
Hace unos días un gran amigo se
lamentaba ante el hecho de haber sido multado por la Policía local en una
isleta de la avenida de Miraflores de la ciudad de Sevilla. "Paré un momento en doble fila sin bajarme del coche -me explicaba- para esperar a una persona con la que había
quedado y antes de que me quisiera dar cuenta un patrullero me indicó que allí
no se podía estacionar. Me disculpé indicándoles a los agentes que ya me iba
pero antes de que pudiera arrancar me dijeron que estaba multado..." Desde
luego, con la Ley en la mano la actitud de los funcionarios, aunque rigurosa,
no fue ilegal pero actitudes de este calibre hace ver que quién así actúa lo
hace bajo parámetros represivos y coercitivos. La infracción cometida dio lugar
a una multa de 200 euros pero de haber mediado mano izquierda y empatía por parte de los policías solamente habría
quedado en un tirón de orejas para el conductor; porque, a veces, una actitud
flexible y didáctica por parte de las personas encargadas de velar por el orden
no priva de autoridad al agente. No sólo le hace más profesional, sino que dignifica
su actitud haciendo ver al pueblo que ellos están al servicio de las personas. Pero
en época de crisis todo vale para recaudar dinero y si, encima, como dijo en su
memoria el Defensor del Ciudadano don José Barranca -ver «DIARIO DE SEVILLA» del
primero de abril de 2013- "los agentes municipales carecen de diplomacia, destreza y amabilidad
para resolver los conflictos (...)
porque la Policía Local carece de formación a la hora de atender a los
ciudadanos",
la sensación de tener un cuerpo de inseguridad
más que de seguridad se torna evidente. No siempre llevar una gorra hace a un
agente ser más alto para mirar por encima del hombro -como hacen algunos con su
prepotencia- a quiénes, teóricamente, tendrían que servir, pero una mal
entendida autoridad fomenta esta actitud. Ciertamente, resulta paradójico el absurdo celo de más de un funcionario a la
hora de denunciar una infracción de tráfico y la mofa y escarnio que representó
para los sevillanos la circulación de una foto de dos impresentables individuos
con uniforme de policía local mostrando las multas que habían puesto en actitud
arrogante y chulesca. Una foto nada edificante que un consistorio serio habría
cortado de raíz pero era la feria del año 2013 y las autoridades locales en vez
de haber expulsado del Cuerpo a los agentes prefirieron el fino y el pescaíto antes que la sanción
ejemplarizante que correspondía. Por otro lado, mucho rigor por parte de los municipales hispalenses denunciando a la
ciudadanía cuando, realmente, todos -hasta ellos mismos- hacemos cosas
indebidas. Eran las 20,15 horas del día 18 de noviembre de 2014 cuando
regresando a mi casa observé la acción que tan certeramente ellos reprimen. Al
principio de la avenida del Greco, entrando por Kansas City, vi estacionar a un
patrullero -matrícula 5973GTK- al comienzo de la vía y a la altura de un
triángulo que figura pintado en el suelo como señal. Del coche salió un agente
entrado en carnes, y sin gorra pero que no sé bajó a regular el tráfico sino
que se dirigió a un cajero automático del Banco de Santander para realizar algo
privado como sacar dinero. ¿Y a ellos quién les multa por eso...?
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