Bienvenidos a Obtentalia un domingo más. Lo primero mostraros la fotografía de cabecera de hoy también en esta entrada, para cuando se lea en el futuro saber a lo que nos referimos.
Observar la transición del color. [Pulsar en la foto para aumentar su tamaño] |
La fotografía de cabecera de hoy es también de José Manuel Peña, que colabora ocasionalmente con nosotros. El colorido del cielo de la fotografía que nos envió en su día era tan llamativo que no dudamos en que usaríamos la foto. Pero quisimos probar algún efecto para ver como quedaba ese colorido tan espectacular. Finalmente obtuvimos dos fotos, la original (de colores anaranjados más intensos) y la filtrada (con un colorido general más oscuro, especialmente en las nubes). Ambas nos gustaban, así que hemos decidido poner las dos haciendo una pequeña transición del color de una foto a la otra. Si os fijáis unos segundos en la fotografía veréis como cambia el colorido. ¿Cuál de las dos os gusta más?
El retoque fotográfico, antes al alcance de unos pocos profesionales, se ha popularizado gracias al mercado abierto por los programas de edición de imágenes, muchos de ellos gratuitos (por ejemplo el popular Picasa) y capaces de producir efectos muy interesantes. No digamos ya lo que hacen programas como Photoshop o Corel Draw (salvando por supuesto las diferencias), al alcance de casi todos (casi seguro que quien no lo ha podido comprar ha conseguido una copia de alguna forma). Hay cientos de programas con alguna utilidad interesante.
Lejos de la opinión de algunos, creo que el retoque fotográfico en ningún caso pervierte, empobrece o distorsiona la imagen original. En verdad la imagen original es la propia realidad fotografiada, y la percepción de esa realidad no es unívoca, todo lo contrario. Cada uno puede entender o querer enfatizar determinado aspecto, y eso no sólo se consigue con la forma de realizar la fotografía (encuadre, luz, perspectiva...) sino también con el retoque posterior.
Y es que desde que la fotografía comenzó a entenderse como arte dejó de ser una mera copia de la realidad, para pasar a ser una interpretación de la realidad. Eso sí, el arte de hacer bellas fotografías no se reduce, evidentemente, a su manipulación posterior. Requiere un trabajo muy imaginativo, propio del artista, para el que no valemos la mayoría, que nos contentamos con mejorar un poquito las fotos que no nos han salido vistosas.
Por Pólux.
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