No sé qué decir hoy. Me gustaría hablar de muchas cosas, pero pronto pierdo el interés. ¿Qué lleva a alguien a escribir cada día, sin faltar ni uno y durante más de dos años, un comentario sobre cualquier cosa?
Quien habla es porque quiere ser escuchado, quien grita es porque quiere llamar la atención, y quien es escribe..., pues obviamente es porque quiere ser leído. Parece un acto de soberbia algo narcisista. Pero sólo lo parece. Querer ser leído se debe principalmente a creer que se tiene algo que decir, necesitar ser leído es pura vanidad.
¿Y acaso creer que tengo algo que decir no es ya en sí mismo un acto de soberbia? Depende de cómo se haga, aunque en cualquier caso he de reconocer que algo tiene de soberbio. Yo escribo por divertimento y a nadie obligo a leerme, a veces, incluso, ni siquiera sé si alguien me lee. Mi necesidad no es que me lean, no, mi necesidad es expresarme, aunque es evidente que hacerlo públicamente tiene algo de soberbio, he de reconocerlo. Pero cuando hablo con algunas personas, he de decir que la mayoría, no sólo me siento obligado a escucharles, sino que, normalmente, ni siquiera están dispuestos a escucharme a mí. Me hablan sin concesiones, se repiten, divagan, vuelven a repetirse, se van por las ramas... Y si hago un amago de acabar la conversación me hablan con más ímpetu. ¡Eso sí es soberbia, incluso vanidad!, porque tienen la necesidad de hablar y ser escuchados.
Déjenme con mi divertimento, ya me cansaré. Tampoco digo nada interesante que no se haya dicho ya antes. No necesito la aprobación de nadie, porque nada digo que deba ser aprobado. Tampoco necesito que estés ahí, leyéndome cada día. Sólo necesito cambiar un poco de mi rutina diaria. Y ésta es una de las maneras que tengo de hacerlo.
Por Pólux.
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