Aunque estas fiestas navideñas son motivo de alegría y disfrute, y así lo deseamos para todos, no queremos olvidar a tantas personas que por diversas razones no gozan de esa alegría.
Para muchas personas mayores estas fiestas no son motivo de alegría por el recuerdo de los momentos alegres pasados, que ya no pueden repetirse por la falta de seres queridos. La muerte se presenta con crueldad por la privación de esos momentos, pero es ley de vida y así lo aceptan. Otras se encuentran solas, y el continuo bombardeo de ideas de felicidad y reencuentro que la publicidad se encarga de hacer presente se añade al motivo personal e íntimo que imprime esa soledad.
Los más desfavorecidos no pueden formar parte de esa vorágine de consumismo que parece estar en la base de la felicidad, según nos venden los interesados en ese consumo. Ponen la miel en unas bocas que no pueden probarla, creando una frustración extra a la propia de no poder participar en ese sistema excluyente de compras, regalos y demás actos artificiales creados por la sociedad de consumo. Pero es el sistema que tenemos y al que tampoco queremos renunciar.
Queremos tener un recuerdos para todos, y también, cómo no, para los que pueden disfrutar sin trabas de estas fiestas.
Nosotros estaremos vigilantes en nuestra atalaya, a pesar de las fechas, y es que en realidad las fechas significan poco, son sólo una referencia, lo importante son las intenciones y, más aún, los hechos.
Por Cástor y Pólux.
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