Un nuevo fin de semana, una nueva fotografía de cabecera y una nueva introducción. Esperamos que os guste todo.
La fotografía de cabecera de hoy es una a la que nuestros técnicos ha aplicado algunos filtros. Es casi imposible imaginarse el objeto de la fotografía original a partir del resultado. Así que lo vamos a revelar. La fotografía original era, o mejor dicho es, una ola rompiendo en la orilla del mar, en una playa. Mañana pondremos otra fotografía del mismo estilo, también filtrada, que incluso nos atrevemos a decir que nos gusta más.
Hoy queremos hablar de cosmología, una de nuestras pasiones, en particular de la energía oscura.
La fotografía de cabecera de hoy es una a la que nuestros técnicos ha aplicado algunos filtros. Es casi imposible imaginarse el objeto de la fotografía original a partir del resultado. Así que lo vamos a revelar. La fotografía original era, o mejor dicho es, una ola rompiendo en la orilla del mar, en una playa. Mañana pondremos otra fotografía del mismo estilo, también filtrada, que incluso nos atrevemos a decir que nos gusta más.
Hoy queremos hablar de cosmología, una de nuestras pasiones, en particular de la energía oscura.
Debido a sutiles
medidas en el brillo y la distancia a las estrellas (cefeidas, supernovas),
hace ya unos años que la ciencia advirtió que el universo se expande a un ritmo
acelerado, con lo que quedó atrás la discusión de si el universo se expandiría “indefinidamente”
o colapsaría tras alcanzar un límite en el que la fuerza gravitatoria superara
a la fuerza de expansión, que durante muchos años centró el interés de la
cosmología.
La expansión a
un ritmo acelerado implica la existencia de una forma de energía que mantenga
esa aceleración, pues de forma natural, tras la explosión del Big Bang, dicha
aceleración debía de ir atenuándose debido a la fuerza de la gravedad, como
sucede cuando damos una patada al balón en dirección al cielo, que poco a poco
va frenándose hasta que vuelve a caer. A esa forma de energía que mantiene la
aceleración de la expansión del universo se le ha llamado energía oscura ( ver Wikipedia-ver documental YouTube) y
el problema es que se desconoce la naturaleza de tal energía, pues ni se ve ni
se puede medir directamente, tan sólo se deduce de la expansión acelerada del
universo, y, aunque a primera vista parezca un postulado "ad hoc", dicha
expansión acelerada es un argumento de mucho peso para creer en su existencia
real.
Para seguir con
el ejemplo del balón, la energía oscura produciría el siguiente efecto (no
apreciable debido a que al estar dentro del campo gravitatorio terrestre la
fuerza local de éste supera ampliamente los efectos generales de la energía
oscura): al dar una patada al balón hacia el cielo éste saldría disparado, y en
vez de ir parándose poco a poco, comenzaría a acelerarse mientras asciende,
hasta superar la atmósfera terrestre y perderse en el espacio cada vez a mayor
velocidad. Para entender el suceso hemos de admitir la existencia de una fuerza
desconocida hasta ahora que acelera el balón.
Hay cosmólogos
que creen que no es necesario recurrir a esa forma exótica de energía (energía oscura),
pues el ritmo de expansión cósmica podría variar con la posición si viviésemos
en una región del espacio más vacía que la media, lo que produciría un efecto
similar a una variación en el tiempo, una aceleración en definitiva, que es lo
que también produce la energía oscura. Pero la existencia de esa región vacía
ya es en sí poco probable, tanto como lo pueda ser la existencia de la propia
energía oscura.
El problema está
servido, la discusión es interesante, y seguro que el descubrimiento que nos
lleve a su comprensión abrirá nuevos y apasionantes horizontes.
Por Cástor y Pólux.
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