El otro día manteníamos una discusión con otras personas sobre la posibilidad de cambiar el carácter. Nosotros sosteníamos que aunque haya aspectos en los que se puede cambiar, la experiencia nos decía que el núcleo que identifica nuestro carácter, la forma de ser que nos hace ser como somos, no puede cambiarse con el simple ejercicio de la voluntad.
Se sostenía en la discusión que uno ha de ser consciente de sus fallos para poder cambiarlos, y que con voluntad, una vez reconocidos, podía cambiarse para mejorarlos.
Nosotros poníamos dos objeciones a ese razonamiento tan claro y en principio tan válido. Primero que no siempre somos conscientes de nuestros fallos y, por tanto, no siempre tenemos la posibilidad de cambiarlos, y segundo que no todos consideraríamos de consuno qué es o no un fallo, es decir, tal vez a nosotros nos moleste determinada conducta de alguien pero a ese alguien no le parezca que sea un fallo que tenga que cambiar. No todos tenemos la misma visión de las cosas. Por eso no es ninguna simpleza hablar de reconocer los fallos, ¿qué fallos?, ¿los que tú crees fallos o los que creo yo?
Desde luego es condición indispensable para cambiar el reconocimiento de aquéllo que queremos cambiar, pero no es fácil ese reconocimiento por el doble motivo que hemos apuntado, según creemos, hasta el punto que nos imposibilita en muchas ocasiones para ese cambio.
Hoy os presentamos, como adelantábamos ayer, una nueva crónica de Hermes, en este caso de denuncia, siguiendo la línea de algún trabajo anterior. Siempre en el tono respetuoso que le caracteriza, nos cuenta indignado un caso de gamberrismo y mala educación que a él mismo le sucedió en el barrio sevillano de Nervión.
Para los que no conozcáis Sevilla os diremos que Nervión es un barrio de cierto "status". En él se ubican el campo de fútbol del Sevilla, un centro del conocido "Corte Inglés", un par de centros comerciales con cines y varios grandes hoteles. Se trata de una buena zona relativamente nueva (al menos en parte), una de cuyas arterias nuerálgicas (la más nueva) es la avenida de la Buhaira, donde se ubica el relato de Hermes, bajo la cual, como curiosidad, transcurre el túnel ferroviario que soporta parte del tráfico de trenes de Sevilla. Pero ya veréis que para el gamberrismo da igual el lugar, sólo importan la edad y, sobre todo, la condición.
Pero el relato de Hermes va más allá, pues de nuevo, como ya nos ha contado en alguna otra ocasión (ver "La Policía Local de Sevilla, en entredicho"), se topó con la Policía Local de Sevilla, o más bien, en este caso, no se topó. Incluso Pólux nos contó algún sucedido con esta Policía, en su caso de un pueblo cercano a Sevilla, en su artículo "La cochera mágica". Ciertamente no sabemos que tiene la Policía Local (queremos creer que no toda) que justo está ahí cuando menos falta hace, incluso fastidiando si puede ser, y anda desaparecida cuando se le requiere. Cierto que no es siempre así, pero se acerca más de lo deseado a ello. Deben dar un servicio al ciudadano, pero en ocasiones parece que el ciudadano es un estorbo para ellos. Y es que han sido muchas otras las cosas sucedidas que no contamos aquí pero que hemos sufrido como ciudadanos. Como se suele decir, "tenemos lo que nos merecemos". Algo habremos hecho para merecerlo.
Pasad un rato entretenido leyendo su relato, que seguro que os gustará.
Esperamos que sea de vuestro agrado la fotografía de hoy. Tiene el color saturado para conseguir la gama que aparece. Mañana pondremos como cabecera del blog la misma fotografía pero con su color original. El objeto de la foto es una parte poco profunda de un estanque, donde el color marrón de la tierra del fondo proporciona los tones ocres, que veréis en la fotografía de mañana que predominan casi por completo.
Hemos arreglado el enlace al artículo de las Máximas de Obtentalia III de Cástor, que daba problemas, hemos actualizado "Hace una año..." a día de hoy, y hemos cambiado los artículos más vistos del último mes por los más vistos de la última semana.
Buena semana de verano para todos.
Hoy os presentamos, como adelantábamos ayer, una nueva crónica de Hermes, en este caso de denuncia, siguiendo la línea de algún trabajo anterior. Siempre en el tono respetuoso que le caracteriza, nos cuenta indignado un caso de gamberrismo y mala educación que a él mismo le sucedió en el barrio sevillano de Nervión.
Para los que no conozcáis Sevilla os diremos que Nervión es un barrio de cierto "status". En él se ubican el campo de fútbol del Sevilla, un centro del conocido "Corte Inglés", un par de centros comerciales con cines y varios grandes hoteles. Se trata de una buena zona relativamente nueva (al menos en parte), una de cuyas arterias nuerálgicas (la más nueva) es la avenida de la Buhaira, donde se ubica el relato de Hermes, bajo la cual, como curiosidad, transcurre el túnel ferroviario que soporta parte del tráfico de trenes de Sevilla. Pero ya veréis que para el gamberrismo da igual el lugar, sólo importan la edad y, sobre todo, la condición.
Pero el relato de Hermes va más allá, pues de nuevo, como ya nos ha contado en alguna otra ocasión (ver "La Policía Local de Sevilla, en entredicho"), se topó con la Policía Local de Sevilla, o más bien, en este caso, no se topó. Incluso Pólux nos contó algún sucedido con esta Policía, en su caso de un pueblo cercano a Sevilla, en su artículo "La cochera mágica". Ciertamente no sabemos que tiene la Policía Local (queremos creer que no toda) que justo está ahí cuando menos falta hace, incluso fastidiando si puede ser, y anda desaparecida cuando se le requiere. Cierto que no es siempre así, pero se acerca más de lo deseado a ello. Deben dar un servicio al ciudadano, pero en ocasiones parece que el ciudadano es un estorbo para ellos. Y es que han sido muchas otras las cosas sucedidas que no contamos aquí pero que hemos sufrido como ciudadanos. Como se suele decir, "tenemos lo que nos merecemos". Algo habremos hecho para merecerlo.
Pasad un rato entretenido leyendo su relato, que seguro que os gustará.
Esperamos que sea de vuestro agrado la fotografía de hoy. Tiene el color saturado para conseguir la gama que aparece. Mañana pondremos como cabecera del blog la misma fotografía pero con su color original. El objeto de la foto es una parte poco profunda de un estanque, donde el color marrón de la tierra del fondo proporciona los tones ocres, que veréis en la fotografía de mañana que predominan casi por completo.
Hemos arreglado el enlace al artículo de las Máximas de Obtentalia III de Cástor, que daba problemas, hemos actualizado "Hace una año..." a día de hoy, y hemos cambiado los artículos más vistos del último mes por los más vistos de la última semana.
Buena semana de verano para todos.
Por Cástor y Pólux.
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