Todo se acaba, lo bueno por desgracia y lo malo por fortuna. Por desgracia y por fortuna para los que así sucede, pues no olvidemos que eso no es así en todas partes. Hay quien se pasa toda la vida con la inseguridad de buscar cada día el sustento más básico.
El ocio, como lo entendemos en las sociedades desarrolladas, es un lujo que hemos convertido en necesario, es una demostración de nuestra manipulación, como especie, de la realidad que nos rodea y de nuestra propia naturaleza. Es un beneficio al que nadie está dispuesto a renunciar. Pero nos volvemos orgullosos al exigirlo, olvidamos tan pronto nuestras raíces que acabamos negándonos sin saberlo.
Por Cástor y Pólux.
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