De vuelta a nuestra atalaya. Esta costa onubense se nos metió en el alma a través de cada poro de nuestra piel y quedó en ella atrapada, hasta hoy, que sigue modelando nuestros sentimientos.
La niñez abrió los ojos a esas playas solitarias, largas y novedosas, a esos pinares inmensos, a esos caminos perdidos que llevan a sitios también perdidos.
Desde aquí os escribimos estas líneas, modeladas por la brisa y el sol.
Y cada día seguiremos aquí, buscando y buscando aún no sabemos bien el qué.
Por Cástor y Pólux.
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