Seguimos igual. Ni la Navidad, ni el sorteo de la Lotería ni el fin del mundo han cambiado nada. La realidad se impone. ¿Por qué estos días habrían de ser diferentes? De nada sirven los buenos propósitos que tanto abundan en estas fechas (y más en la de año nuevo), porque lo cierto que estos días son como los demás. Es la publicidad y el comercio los que se encargan de mantener un estatus diferente con el fin de promocionar sus productos y vender más.
No nos engañan. Nos dejamos engañar. Una muestra de nuestra debilidad. Lo que nos podamos proponer estos días nos lo podemos proponer cualquier día del año. Esa es la realidad. Somos nosotros mismos quienes marcamos nuestro calendario, quienes decidimos cuándo y dónde. Pero es fácil dejarse llevar, y hemos de comprenderlo.
Mañana será otro día, y habremos de plantearnos nuevas cuestiones, retos o reflexiones, independientemente del día del año que sea. Porque cada día es único e irreemplazable, y lo que se deje ir se lo lleva la corriente del tiempo. Suerte si mañana volvemos a tener la oportunidad, pero inútil si se lo vuelve a llevar la corriente.
Por Cástor y Pólux.
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