INTRODUCCIÓN. LENGUAJE Y PENSAMIENTO.

  Todo puede verse desde distintos puntos de vista. Pero nuestra forma de hablar y decir las cosas tiende a la generalización y no a la particularidad de nuestro punto de vista.

  Por ejemplo, si hablamos del mar, una persona puede decir, “el mar es bueno” (pues tiene en mente lo bien que le sientan los baños en la playa), y otra “el mar es malo” (pues tiene en mente los riesgos que entraña para un pesquero en alta mar). Las dos ideas que se tienen en mente no son contradictorias, pero las afirmaciones que hacen sí lo son, de tal manera que pueden dar lugar a discusiones, como si se trataran de dos opiniones contrapuestas.

  Evidentemente no podemos hablar constantemente diciendo “el mar es bueno, porque para mí significa un baño en la playa que me relaja, sin tener en cuenta otros aspectos …”. Pero sí podemos ser conscientes de que el lenguaje limita la expresión de nuestro contenido mental, y tenerlo en cuenta a la hora de hablar. O al menos podemos tenerlo en cuenta cuando se inicia una discusión. En algunos casos es así, pero en otro muchos no lo es.

  La filosofía hace ya tiempo que caracterizó el lenguaje, y su influencia en nuestra forma de pensar y de expresar contenidos mentales, sin embargo no es algo que se haya llegado en el saber popular.

  Nuestra capacidad de pensar determina en gran manera nuestra capacidad de expresión, pero nuestra capacidad de expresión igualmente determina nuestra capacidad para pensar.

Por Cástor y Pólux.